Cómo desarrollar un software y hacerlo bien
Cada vez son más las empresas que precisan de un software de calidad para dar a conocer sus productos o servicios. Para ello contratan a su vez a otras empresas que les ayuden a desarrollarlo de manera ágil pero ¿qué significa exactamente el término de desarrollo ágil de software?
Se entiende por un método ágil de desarrollo de software aquel que cumple una serie de requisitos tales como: tener un enfoque que se centre en las personas y en los resultados; contar con una comunicación intensiva centrada en los equipos y promover prácticas que se adapten a los cambios en lugar de predecirlos.
El objetivo último de esta metodología es, como en cualquier otro caso, que su adopción produzca una serie de beneficios tales como el manejo de riesgos o la mejora de la productividad. Valorar y prestar atención a cada uno de los individuos del equipo de trabajo y a las interacciones entre ellos también repercute en el desarrollo final. Además, estos equipos deben trabajar en colaboración constante con el cliente y deben contar con las herramientas y capacidades suficientes como para adaptarse y dar respuestas óptimas a los cambios que se precisen a lo largo del desarrollo del software.
Lo principal es satisfacer al cliente y desarrollar un producto de calidad. Para ello la entrega temprana y el cumplimiento de los plazos es muy importante así como la profesionalidad y motivación del personal que realiza el proyecto; algo que se propicia facilitándoles el soporte y el entorno de trabajo adecuado.
Por otro lado, la comunicación es fundamental; no sólo entre los responsables del negocio y los desarrolladores sino también entre los miembros de un equipo que deben intercambiar información de manera presencial para que el proceso de trabajo sea lo más rápido posible y el resultado óptimo.
En definitiva, cuando se habla de desarrollo ágil de un software hay aspectos que trascienden la excelencia técnica y el diseño (a pesar de que estos sigan siendo factores fundamentales) y que tienen que ver con la profesionalidad de los equipos de trabajo y con la interacción entre ellos. No hay que olvidar que los detalles influyen y condicionan de manera definitiva el resultado.