
Emociones, ingrediente imprescindible en una receta de Gamificación
En el diseño y desarrollo de toda estrategia de Gamificación, el componente psicológico debe tener un papel central. Cuando gamificamos, buscamos motivar al usuario para que emprenda determinadas tareas. ¿Cómo lo conseguimos? Tejiendo vínculo afectivos que despierten en él relaciones emocionales que le guíen en la acción.
Las emociones son definidas como “el conjunto de efectos producidos por un proceso multidimensional, encargado del análisis de situaciones especialmente significativas; la interpretación subjetiva de las misma, en función de la historia personal; la expresión emocional o comunicación de todo el proceso; la preparación para la acción o movilización de comportamiento y los cambios en la actividad fisiológica” (Fernández-Abascal, 2010). En Gamificación, las emociones son uno de los aspectos a tener en cuenta más importantes ya que, al fin y al cabo, tratamos de conectar con el usuario a través de la curiosidad, la confianza, la alegría, la sorpresa…Las emociones positivas serán las que pongan en marcha el motor motivacional.
La motivación es el impulso que nos empuja a emprender una acción concreta por el deseo de satisfacer ciertas necesidades. Estas necesidades pueden ser de carácter extrínseco, es decir, hacemos algo porque esperamos recibir algo a cambio, o intrínseco, actuando por el mero placer que experimentos al hacer algo. En Gamificación, para motivar intrínsecamente al usuario nos valemos de las dinámicas de juego. Para hacerlos extrínsecamente, utilizamos las mecánicas.
Para diseñar una estrategia de Gamificación de éxito, los gamificadores debemos conocer cómo funciona la psicología humana, cómo operan nuestras emociones, ya que la selección de dinámicas o mecánicas erróneas podría arruinar todo nuestro trabajo.
Foto de Juan SantaCruz